Gerard Piqué tiene una abuela en Sant Guim de Freixenet a la que quiere con locura y que vendía fruta; un abuelo en Barcelona dueño de un negocio de importación que fue vicepresidente del Barcelona; su madre, Montse, es doctora, y su padre, Joan, empresario y escritor. Además tiene un hermano del que nadie habla mal y ocho primos, pero su favorita es Montse: 20 años, síndrome de Down, fan de Pedrito (delantero del Barca). Gerard y ella se adoran. Piqué, por decirlo en palabras de Vicente del Bosque, su entrenador en la selección, es "un torrente de juventud, un chaval que contagia felicidad".
Gerard Piqué tiene un cociente intelectual de 140, ha ganado un Mundial y 13 títulos con el Barcelona en los últimos tres años, es socio del Barca desde el 2 de febrero de 1987, es guapo, millonario y busca casa con su novia colombiana, la cantante Shakira, que nació el mismo día que él (un 2 de febrero), pero 10 años antes, y ha vendido más de 70 millones de discos. Mantiene un núcleo duro de amistades forjadas en la infancia, en el que se refugia cuando sopla el viento y con los que, al menos, pasa una semana al año de vacaciones.
Presume de no perder nunca al Play, especialmente si juega contra Cesc Fábregas, compañero en el Barcelona y en la selección, casi un hermano. Su confianza en sí mismo es tal que a veces roza la osadía: en Zurich, antes de la gala del Balón de Oro, retó al campeón del mundo de FIFA-Pro. Perdió, claro, como suele perder cada vez que juega al padel con su padre enfrente: "Él se cree que ganaría a Nadal, pero con la raqueta es pésimo", desmitifican en la familia.
Gerard es ordenado, salvo con la valija del coche; le gustan las comidas de olla y puede ser bastante despistado: en Manchester le robaron la parabólica del techo de su casa y fue a comprar un televisor pensando que se había roto.
Padre escritor. En Sant Guim de Freixenet, un pueblo de mil habitantes en la Segarra, Joan Piqué siempre fue el pequeño de la frutería. Para la comunidad médica de Cataluña, era el marido de la eminente doctora Bernabéu, y para cierto sector de la sociedad civil catalana, el yerno de Amador Bernabéu, vicepresidente del Barcelona en época de José Luis Núñez (1978-2000). No hace mucho se convirtió en el padre de Gerard Piqué.
Joan, que jugó al fútbol como delantero centro en el equipo del pueblo, un día descubrió que en la grada tenía tres chicas a las que dedicar un gol. Aquel partido no tocó la pelota, pero se dio cuenta de que a la única que quería llevar en su moto Derbi Cross era a aquella princesita de Barcelona que le sacaba una cabeza. "Siempre fui un tirao p`alante, así que insistí un verano y otro verano... Al final me hizo caso". Maldita la gracia que le hizo a su suegro. "Supongo que él esperaba a un abogado y se encontró con un tío de pueblo", explica entre risas.
Tienen dos hijos, Gerard y Marc: el mayor es un torbellino; el pequeño parece inglés, funciona con la calma y tiene un finísimo sentido del humor. "No debe de ser fácil ser mi hermano pequeño, pero Marc es un crack", explica Piqué al hablar de Marc.
Jugaba bien al fútbol, pero un buen día decidió que lo pasaba mejor haciéndolo con los amigos que compitiendo en serio. "Le comparaban siempre con su hermano, y eso, se quiera o no, era difícil de llevar", reconoce su padre.
Aunque mucha gente cree que Joan es abogado, no ha pisado una facultad en su vida. Cuando Montse terminó la carrera, aceptó liderar los planes de su suegro para un negocio de importación. "No le hacía ninguna gracia que su hija se casara con alguien como yo, soñaba algo mejor". Hoy, junto a su cuñada Gemma, dirige una empresa de importaciones de material de construcción. Y en los ratos libres se ha hecho escritor. Dues vides (Dos vidas) salió a la venta en noviembre de 2011 y se metió por sorpresa en el ranking de libros de ficción en catalán más vendidos.
Dicen que Gerard ha heredado de su padre su aptitud para el deporte, la capacidad de liderazgo, la osadía, su increíble facilidad para tomar iniciativas y, muy especialmente, su inteligencia. Los domingos Joan suele salir a la carretera con una Harley Fat Boy Screaming Eagle customizada, y su chica, la doctora Bernabéu. Es tan competitivo que presume orgulloso que jamás se ha dejado ganar ni siquiera una partida de ping-pong por ninguno de sus hijos.
Madre doctora. "Me gusta. Es una sensación relajada... los paisajes, los olores", explica la doctora Montserrat Bernabéu Guitart, como pidiendo disculpas, al explicar por qué obligó a su marido a poner un asiento para llevarla de paquete cuando se compró la Harley.
"Soy igual de guapo que ella, es evidente", presume el mayor de sus dos hijos al justificar, para qué modestias, su innegable atractivo. Si la doctora Bernabéu fuera un dibujo animado, sería la Dama de Los aristogatos: alta, rubia, ojos azules, su elegancia no pasa desapercibida en los pasillos del Instituto Guttmann, hospital de referencia en el área de la neurorrehabilitación, donde trabaja.
De joven, Montse seguía a su novio de partido en partido por los campos de la comarca, y lo siguió haciendo de casada. Ella, que jugaba al baloncesto y ahora asiste dos veces por semana a clases de jazz, se ha acostumbrado a viajar de final en final siguiendo a su hijo: Moscú, Roma, Abu Dabi, Valencia, Johannesburgo, Londres, Yokohama... ¿Le gusta el fútbol? "Sí, faltaría más. Mi padre fue directivo, mi marido jugaba, mis hijos también...".
Montserrat Bernabéu acabó la carrera en el año 1989 y dedicó la especialización a la medicina física y la rehabilitación. Completó su formación en Boston y en enero de 1993 se incorporó al Instituto Guttmann, donde es responsable de la unidad de daño cerebral. "Siempre tenía guardias", recuerda Gerard de su madre. "Es cierto, ¡fines de semana enteros!", exclama Montse.
La doctora, como madre, sufrió tremendamente el día que Gerard, a los 16 años, se fue a Manchester. "¡Fue una decisión muy complicada!". Descartado acompañarle, le torturaba pensar que dejaría los estudios. "Esto del fútbol me parece muy bien, pero alguien debería facilitar los estudios a los chicos, no puede ser que a los 30 años se retiren sin más preparación que su experiencia", reclama consciente de que si el fútbol español ganó un campeón del mundo, la medicina se perdió un referente. "La medicina, la economía o lo que Gerard se hubiera propuesto hacer, vamos. Su facilidad para el aprendizaje es increíble, pero resultó que el sistema educativo no era compatible. Un desastre", reflexiona ella.
Afortunadamente, celebra que desde hace unos meses Gerard reciba clases particulares de economía, contabilidad, estructura financiera y actualidad económica. "Debe empezar a prepararse para cuando se acabe el fútbol", admite, responsable, la doctora.
Novia cantante. Shakira no lo niega: "El Mundial de 2010 me cambió la vida". Normal: durante la grabación en Barcelona del video promocional de la canción Waka waka, himno del Mundial que se jugó en Sudáfrica y ganó España, conoció al hombre con el que busca casa en Barcelona. Oficialmente, son novios desde hace un año, cuando Piqué subió una foto a Twitter de su fiesta de cumpleaños compartida con la vocalista. La segunda vez que se vieron fue en un estadio de Johannesburgo, el día antes de la final del Mundial. Piqué estiraba músculos y Shaki -como la llama Gerard- calentaba caderas para interpretar el Waka waka de la gala previa a la final.
Dicen que entre ambos ya saltaban chispas. Ese mismo verano se dio por hecho un encuentro en Ibiza, que ambos han negado siempre. Seis meses después se dejaron cazar por los fotógrafos, aceptando así su relación. "Lo pasé muy mal aquellos días", reconoce la doctora Bernabéu. "No tenía ningún tipo de intimidad y le perseguían fotógrafos a todas partes. Afortunadamente ahora está todo más tranquilo". El jueves 2, cuando cumplió 25, sin ir más lejos, Gerard se las ingenió para despistar a ocho paparazzi.
"Hombre, yo hubiera preferido algo más tranquilo, no sé, una chica del pueblo. Pero mira, esto va como va`, confiesa el suegro, que dispara flores cuando se le pide opinión de su nuera. "Es encantadora. Dulce, cariñosa. De golpe asusta, por lo que es a nivel mundial, pero cuando la conoces... Se ha adaptado perfectamente a Barcelona y a la familia, y estamos encantados de que sea su novia".
No es difícil ver a la pareja por Barcelona, comiendo en algún restaurante japonés del Barrio Gótico o tomando un cóctel de frutas -ninguno bebe- en un local del Born. "En la medida de lo posible, tratan de hacer la vida normal de una pareja, aunque en su caso, a veces, no resulte tan fácil".
"Es una crack. Y si no te lo crees, mírate el discurso que dio en Oxford", suele recomendar Gerard a quien quiere saber quién es su novia, quien desde los insultos que le dedicó la afición del Madrid en la final de Copa en Valencia ya no va a todos los partidos. "Le cuesta entender ese odio en el deporte", explica el jugador. Pero cuando el Barca juega en casa, no se lo pierde y tiene asiento fijo en el palco de los Piqué. Dicen que vivir un partido a su lado, en el palco de esta familia tan normal, es agotador. *El País de Madrid
CONOCER A LA ABUELA LINA
Gerard aún se ríe al recordar la tarde en la que llevó a Shakira a Sant Guim para presentarle a la abuela Lina.
Evidentemente, la anciana ignoraba absolutamente que aquella chica con la que llegó su nieto a la vieja frutería era la segunda mujer más conocida del planeta. "Ella bastante tenía con hablar en castellano. ¡Y Shakira alucinaba, no la entendía nada!", cuenta Piqué. La colombiana parecía feliz en aquel minúsculo pueblo. Está estudiando catalán, así que no sería de extrañar que la próxima vez que asome por la Segarra los problemas de comunicación con Lina estén superados
1 comentario:
buenisimo!
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