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23/9/10

¡Esas caderas que nunca mienten!

Shakira en el Madison Square Garden Pop Star de la Globalización, la diva se apoya en su danza y su voz para brillar.
PorGaspar Zimerman. Nueva York. Enviado especial.


Revuelo en el Madison Square Garden: todavía no hay señales de que vaya a empezar el show de Shakira, pero se ven arremolinamientos y ráfagas de flashes en un sector de la platea.
Es que vino Juan Manuel Santos, flamante presidente de Colombia.

Un rato más tarde, lo mismo: resulta que también está Michelle Bachelet, ex presidente de Chile. Otro que anda por ahí es Aíto de la Rúa, pero por el hijo menor de un ex presidente argentino nadie se mosquea, por más cuñado de Shakira que sea (a Antonito no lo divisamos).

Cinco minutos después, más murmullos y flashazos a un sector de la platea. ¿Es por Jim Carrey, que también vino? No, es por ella, Shakira, que elige empezar así: encapotada en un velo fucsia, con un vaporoso vestido al tono, camina entre la gente rumbo al escenario, cantando, parsimoniosa, la balada Pienso en ti. Apenas llega a destino, adiós calma. Se deshace del disfraz de Sarah Kay y se queda en calzas ajustadísimas y top, su traje de superheroína de la danza, indispensable para lo que viene: casi dos horas de un ir y venir desenfrenado, un tremendo maratón de baile.

En esta gira, The Sun Comes Out, Shakira vuelve a recostarse en ése, su conocido punto fuerte: el movimiento corporal. Meneo de pelvis, bamboleo de caderas, danza árabe, aires de flamenco y más: todo ejecutado a la perfección. Pero... Hay dos peros: uno, que ya no sorprende tanto; otro, que la música queda en un lugar secundario, y los logrados efectos visuales -una cara gigante, blanca, que cambia de expresión según las imágenes que se proyectan sobre ella- no alcanzan para disimularlo. Cansa tanta pirotecnia acrobática, por más que eso sea lo que se espera de Shakira. Por eso, los mejores momentos del concierto son los intimistas. Como cuando se arma una suerte de fogón: rodeada por sus músicos -bombo, cajón peruano, violín, acordeón a piano, palmas- en una punta de la pasarela, vestida de gitana, Shakira canta una delicada versión de Nothing Else Matters, de Metallica, fusionada con su Despedida y, después, la encantadora Gypsy. Una veta a explorar.

Quizá la cuestión del idioma contribuya a que el show se enrarezca. Como este es el tramo norteamericano de la gira, y como estamos en Nueva York, la colombiana tiene que hablar -y cantar unos cuantos temas- en inglés. Es lo que la industria le exige, el precio a pagar por convertirse en una estrella mundial. Es hasta lógico. Pero no deja de resultar artificial al oído sudamericano, sobre todo si se tiene en cuenta que el martes la mayoría de las 14 mil personas -estadio lleno- era latina y que festejó, sobre todo, los hits en castellano: Si te vas, Inevitable, La tortura, Ciega, sordomuda, Ojos así. Pese a eso, Shakira usó el inglés casi exclusivamente, hasta para agradecerles su presencia a Santos y a Bachelet.

En términos de repertorio, las novedades son los adelantos de Sale el sol (aquí, The Sun Comes Out), el disco que aparece a mediados de octubre: Sale el sol -en el cd, Gustavo Cerati tocó la guitarra-, Gordita (con un recurso no muy feliz: la voz y la imagen grabadas de Residente, uno de los dos de Calle 13, otro invitado del cd), Antes de las 6, Loca.

Y el cierre, a puro Waka Waka, la canción oficial de Sudáfrica 2010, ésa que terminó de ungirla en lo que es: una Pop Star globalizada

1 comentario:

Gege dijo...

Sus caderas nuncaa van a aburrir! Haga lo que haga es perfecto!